Recordando mis tiempos de preparatoria, desempolvé un clásico de clásicos, la “Odisea”, este libro atribuido al grande Homero, me sugirió en cuestión de segundos una analogía entre lo vivido por Ulises en su retorno a Ítaca y la situación actual del ciudadano mexicano. Específicamente me refiero al canto XII donde afronta la toma de una decisión de vida o muerte, Ulises tenía que decidir cómo atravesar entre Escilas y Caribdis, de manera empírica utilizaba el principio del mal menor, y así como Ulises decidió inclinar unos centímetros más su barco hacia uno de los dos monstruos marinos para evitar un mal mayor, hoy el ciudadano mexicano camina sobre un camino maltrecho lleno de baches de democracia y arbustos de politiquería.
No solo es uno de los momentos más polarizados en la historia de México, es el momento donde el propagandista por excelencia del Tercer Reich, pareciera ser el consultor en marketing político de propios y extraños, al ciudadano mexicano hoy se le tiene atrapado entre un cúmulo ingente de dimes y diretesestériles, banales, pero sobre todo entorpecedores del proceso crítico de raciocinio, hoy no impera la construcción argumentada y sustentada de una base social, hoy la sentencia de Foucault se cumple a la perfección al decirnos que “estamos condenados a vivir de un cierto modo o a morir en función de unos discursos verdaderos que conllevan efectos específicos de poder”.
Hay una frase que dice que“una mentira repetida mil veces, se convierte en verdad”, pero y ¿qué es la verdad?, puedo afirmar que la verdad está configurada por el espacio y el tiempo, esto es, por el lugar y el momento en cual nos encontramos, y hoy México se encuentra entre mentiras, verdades, verdades a medias, sin embargo el centro de la situación, es que aun conociendo el pilar conspicuo del argumento, es inverosímil para nuestro complicado escenario socio-político, hoy en nada abonan los temas que se encuentran en la arena pública mediática.
Pero ¿qué hay de tras de estos eventos discursivos?, retomando a Foucault, les podría decir que desde el momento en que se produce una “verdad”, en consecuencia, se excluye y silencia otra, se fijan reglas del juego, se introducen formas de subjetividad, pero sobre todo se está ejerciendo el poder en una determinada dirección.
Es por tanto muy necesario que seamos conscientes de que los discursos son instrumentos y efectos del poder, estos constituyen elementos tácticos en el campo del sistema político, dado que la producción del discurso es controlado, organizado, seleccionado y redistribuido a conveniencia, ningún discurso es libre por naturaleza o esclavo por error, todos están completamente en sintonía con las relaciones de poder.
Queridos lectores, les invito a reflexionar y no dejarse llevar por la efervescencia de la agenda mediática, a ser más críticos y desmitologizar al Estado y sus mecanismos de poder, las preguntas que considero ideales son ¿en realidad es útil en temas de cambio y transformación social lo que está suscitándose? ¿Democratizamos nuestro sistema político y avanzamos hacia una democracia más participativa?, si la respuesta al tema que hoy está en boca de todos es un NO, dejémoslo de lado y enfoquemos nuestros esfuerzos en lo que si vale la pena, desde nuestro entorno inmediato y desde nuestra trinchera, podemos generar verdaderos cambios sociales.
Saludos Fraternos.
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